Luis Fernando Mejía Jaramillo (1946-2004), formado académicamente como arquitecto, con una innata y extraordinaria habilidad para el dibujo, cultivó el arte durante más de veinticinco años, desde de la segunda mitad de la década del 70 hasta su repentino fallecimiento, en enero de 2004. En su búsqueda por encontrar el medio de expresión que más se acomodara a sus intereses y en procura de evitar el facilismo que le prodigaba su talento innato para el dibujo, investigó sobre el grabado y las posibilidades de sus diversas modalidades técnicas. Por eso, en junio de 1981 ingresó al Studio Camnitzer, en Valdottavo, provincia de Lucca, Italia, con el fin de realizar cursos de grabado, apropiándose con decisión y con mucha solvencia las enseñanzas recibidas. En posterior visita a Italia, en diciembre de 1982, se reencontró con Ricardo Peláez, su condiscípulo de los cursos de grabado realizados bajo la dirección de Luis Camnitzer, y le propuso la creación de un taller de grabado en Medellín, idea sobre la que ya habían conversado con anterioridad. Así fue pues como a comienzos de 1983, Luis Fernando Mejía Jaramillo y Ricardo Peláez Piedrahita unieron esfuerzos y abrieron en Medellín, inicialmente en la Diagonal 47 A No. 16 A Sur 21, el Taller de Grabado. Entre los objetivos que los socios se propusieron desde su origen estaban la creación de un lugar donde ellos pudieran realizar su propia obra gráfica, ofrecer un espacio abierto a la comunidad para el aprendizaje y la práctica del grabado, brindar a los artistas locales la posibilidad de practicar el grabado como forma de expresión, hacer difusión del grabado por medio de exposiciones y carpetas, ofrecer servicios de impresión a los artistas de la ciudad, y dar la mayor relevancia a la enseñanza de las diferentes técnicas de grabado para mantener su vigencia. Todos estos propósitos se cumplieron a cabalidad, además, el propio espacio del taller funcionó como galería de arte no solamente para las exposiciones de los socios del taller y sus alumnos sino también para otros artistas y para las más diversas técnicas. Igualmente, sus instalaciones se abrieron a otros cultores del arte quienes en calidad de invitados especiales pudieron dictar clases allí. Más adelante, en 1985, Ángela María Restrepo G., se vinculó al taller en calidad de socia, y algunos artistas comenzaron a frecuentarlo, algunas veces para trabajar y otras para imprimir su trabajo allí. Luis Fernando Mejía J., en breve lapso, llegó a un alto nivel de desempeño en el grabado en hueco sobre metal, especialmente en el aguafuerte, la aguatinta, la cerablanda, pero también (aunque habiendo hecho uso de él en menor proporción) en el intaglio, todas las cuales no tuvo reparo en combinar. Mejía amaba su oficio de grabador, se dedicaba a él con tal delectación, que no esquivaba las agotadoras jornadas que implicaba la realización directa de una edición. Cuidaba cada detalle, controlaba cada proceso. Con evidente complacencia entraba en contacto con los instrumentos y materiales necesarios para su trabajo, con los cuales experimentaba sin fin, para conocer directamente sobre sus posibilidades o limitaciones: los diferentes tipos de papel o de soportes, las diversas tintas, pinturas, barnices, lápices, etc. En muchos casos, inclusive, diseñó, elaboró o construyó con sus propias manos los instrumentos que consideró necesarios para su labor cuando el medio local no le ofrecía alternativas para acceder a ellos de otro modo. Mejía exploró, investigó a conciencia, y eso le permitió llegar con claridad y seguridad a ese poderío y a esa capacidad de sugerencia que brindan sus grabados pero, sobre todo, sus monotipos intervenidos con dibujo, que a criterio de los expertos marcan sin duda el punto más alto en el arte nacional en esa técnica. Para el artista fue claro que el grabado le brindaba múltiples y muy ricas posibilidades como técnica fundamental de expresión artística, pero además, él se había propuesto la tarea de desmitificar la idea de las dificultades técnicas para su ejercicio y reivindicar el grabado como arte autónomo, razón por la cual dio tanta importancia a su actividad como docente, labor que desempeño con brillo tanto en el Taller de Grabado, durante los años que estuvo al frente de él, como en la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia o en su propio taller. También vio en el grabado la posibilidad de poner el arte al alcance de muchas personas que de otra manera no podrían acceder a él; la circunstancia de ser un arte serial mediante el cual se podían producir varios ejemplares a partir de una misma plancha, contribuía a la disminución de los costos y facilitaba que personas de las más diversas condiciones económicas pudieran adquirir las obras. Pero Luis Fernando, convencido como estuvo siempre de tomar todas las precauciones para garantizar la calidad en el resultado final de las impresiones gráficas, fue extremadamente cuidadoso en poner el límite adecuado a las ediciones de sus obras.
Elkin Úsuga opinó sobre El Taller de Grabado lo siguiente: “El desarrollo y difusión de las técnicas de grabado en hueco se dieron con gran prestancia en el Taller de Grabado, donde Luis Fernando Mejía fue el líder que impulsó la enseñanza de las técnicas no solamente dirigidas a los artistas sino también a los aficionados que quisieran aprender la técnica.” (2005) La actividad en el Taller de Grabado fue muy intensa durante las casi dos décadas de su existencia (se liquidó en 1999). Sobre este aspecto Carlos Uribe dio su opinión:
Ahora bien, en concordancia con lo que en anterior publicación habíamos anunciado (ver blog EXPOSICIÓN VIRTUAL No. 2 ¡Culpables!) en el marco del proyecto de difusión de la obra artística de Luis Fernando Mejía Jaramillo que nos hemos propuesto, hemos previsto la realización, a través de la página www.luisfernandomejiajaramillo.com, de sucesivas exposiciones de obras suyas, muchas de ellas elaboradas en el Taller de Grabado y que pertenecen al fondo de obra que quedó en poder de su familia. En esta ocasión tendrá lugar la EXPOSICIÓN VIRTUAL No. 4 que abarca bocetos, dibujos, grabados y monotipos intervenidos, referentes a las líneas temáticas de: Bodegones, Anecdotario de la casa, Arrumes, fardos y trasteos, y Humo, vapor y niebla.
Sus obras, de pulcra factura, como podrán constarlo en esta muestra, dan la sensación de estar elaboradas a cabalidad, de haber sido ejecutadas con dedicación, con la paciencia propia de un orfebre. Los invito a visitar la galería y a trasegar por sus diferentes espacios y, especialmente, a disfrutar de la EXPOSICIÓN VIRTUAL No.4 que acabamos de abrir, y si lo desean también podrán repasar o visitar las anteriores muestras (No. 1 Retrospectiva, No.2 ¡Culpables! y No.3 El Paisaje).
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