Desde épocas inmemoriales el cuerpo humano ha sido un motivo de interés para los creadores, artesanos y artistas. Ha servido como referente de inspiración para escultores, dibujantes, pintores, bailarines, coreógrafos, orfebres, fotógrafos, etc., quienes lo han imitado, representado, idealizado y en fin, lo han tenido en cuenta como un recurso de infinitas potencialidades para la realización de sus obras No obstante, la representación del cuerpo humano ha sido diferente dependiendo de múltiples factores que se conjugan tales como el momento histórico, el nivel de desarrollo social, la cultura, etc., en el que le haya tocado desempeñarse al creador. También cabe anotar que entre Occidente y Oriente el abordaje del cuerpo humano como motivo de inspiración artística ha tomado rumbos muy diferentes. En Occidente se ha atendido prioritariamente a lo físico, a lo externo; el cuerpo se ha tenido como un objeto de observación y conocimiento en sí mismo. En Oriente el aspecto más relevante del ser humano ha sido el espiritual. Esto naturalmente implica cambios en la forma de representación artística. También debe tenerse en cuenta que desde la prehistoria hasta finales del período Barroco (siglos XVII y XVIII) la mayoría de los artistas trabajaron por encargo y atendiendo a estrictos cánones académicos y fue sólo hasta el siglo XIX que los artistas tuvieron la oportunidad de expresarse con mayor libertad. Por lo que conocemos de la cultura Occidental en cada época la visión de los artistas ha tenido un énfasis particular: desde la prehistoria hasta principios del siglo XIX la representación del cuerpo humano estuvo marcada por la idealización, siguiendo unos rigurosos cánones cuyo fin era alcanzar la belleza. A partir del siglo XIX, los artistas asumieron una actitud más realista y además buscaron la forma de expresar los sentimientos y emociones rompiendo así con la idealización. Luego, desde el siglo XX, el tratamiento del cuerpo humano ha sido mucho más audaz, los artistas, contando con mayor libertad y autonomía en el desarrollo de sus labores, se apartaron de las estrictas normas académicas. En la Prehistoria (40000 – 5000 aC.) proliferaron las representaciones femeninas a la manera de venus o diosas de la fertilidad para la perpetuación de la especie. En el antiguo Egipto (2955 – 332 aC.) el cuerpo humano debía representar frontalidad, armonía y perfección; la unidad de medida fue el puño y la tarea del creador era atenerse estrictamente a la norma, por lo que la representación de la figura humana estaba reducida a una sencilla estructura geométrica en la cual la importancia del rango del personaje estaba determinada por el tamaño de su figura respecto a las de los demás que aparecieran con él; no existieron allí, en su momento, los conceptos de arte y artista como los conocemos hoy. En Grecia (S VIII – I aC.) y Roma (h 400 aC. 476 dC) el esplendor de la belleza del cuerpo, sobre todo a través de la escultura, se exaltaba y se veneraba sin límites, la desnudez era emblema de dignidad y se asumía el cuerpo humano como ideal de belleza en el que todas las partes debían guardar una proporción armónica entre ellas. El cuerpo humano debía medir 7 veces la cabeza. En la Edad Media, (o de la oscuridad S. V - XV) se rechazó la representación del cuerpo humano desnudo, pero luego, en el Renacimiento (S XV -XVI), se volvió a tener en cuenta el desnudo y se persiguieron los valores de armonía y proporción. El conocimiento del cuerpo humano, objetivo y científico, permitió representaciones más fidedignas. El arte se inspiró en la realidad y por eso fue imitativo. A finales del siglo XVI con la aparición del Manierismo adquirió mucha importancia la visión personal del artista y por lo tanto la belleza se relativizó. En el Barroco (S XVII _ XVIII) el arte se tornó más emotivo y los artistas, a través del cuerpo humano, buscaron representar los sentimientos, las pasiones, los temperamentos. La expresión se volvió más artificial, recargada, aparente y coqueta A partir del siglo XIX se evidenció una tendencia realista, se dejó atrás el idealismo y se abrió paso a los desnudos naturalistas, con personas reales en escenarios reales. Como consecuencia lógica, desde este momento comienzó a estudiarse la Anatomía en las escuelas de Bellas Artes y fueron desapareciendo los estrictos cánones de belleza. En todo caso, el cuerpo humano, (morfología, proporciones, escorzos, movimientos y gestos) y sus partes, siempre han sido un motivo de interés y de inspiración para los artistas. El dibujo ha sido una de las técnicas más utilizadas para la expresión de la anatomía humana en si misma y de ésta relacionada con el entorno, destacando valores tales como espacio, volumen, color, luz, sombra, etc. Para Luis Fernando Mejía Jaramillo (1946-2004), artista de nuestro medio y de nuestra época, docente durante más de treinta años hasta el momento de su súbito fallecimiento, el ejercicio consistente en la observación minuciosa y posterior expresión del cuerpo humano eran recursos de especial importancia para la formación profesional de los artistas y sobre ello insistió tozudamente en el desarrollo de su cátedra universitaria. El artista consideraba que el dibujo en todas sus vertientes y entre ellas específicamente la que propendía por el dominio de la expresión del cuerpo humano en sí mismo considerado y en relación con aspectos tan primordiales como proporciones, estructura, contornos, diversas posiciones, gestos, escorzos, masas musculares, captura de detalles a partir de poses prolongadas, y espontaneidad y gestos a partir de movimientos rápidos, además de servir como base técnica, podía y en eso radicaba su riqueza y valor estratégico, ser tenido en cuenta como elemento fundante para la realización de un proyecto, como testimonio, como apunte, como referencia para la representación espacial pudiendo ser también en, sí mismo, desde luego, una obra de arte. De ello da cuenta la colección de preciosos dibujos que hacen parte ahora de la Exposición Virtual No. 8 FIGURA HUMANA – DIBUJOS CON MOLDELO que a partir de hoy se puede visitar en el sitio www.luisfernandomejiajaramillo.com y que los invito a apreciar.
Medellín, enero 21 de 2020. María Cecilia Mejía J.
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